Mis sentimientos de “rechazo” estaban referidos, no solo al Gobierno
de Pedro Sánchez y a su inicua ministra de Justicia, Dolores Delgado, sino
también hacia la Jerarquía eclesiástica cuya execrable y cobarde actitud les ha
puesto en evidencia.
Es difícil poder describir cuáles han sido mis sentimientos de estos
últimos días. Reconozco que ha habido momentos de ira, rabia contenida y de
anhelar el día que pudiera vengarme de todos los partícipes en la tropelía
consumada con la profanación de la tumba de Francisco Franco y la Basílica de
la Santa Cruz del Valle de los Caídos.
Mis sentimientos de “rechazo” estaban referidos, no solo al Gobierno
de Pedro Sánchez y a su inicua ministra de Justicia, Dolores Delgado, sino
también hacia la Jerarquía eclesiástica cuya execrable y cobarde actitud les ha
puesto en evidencia, lo mismo que ha sucedido con el Ejército y fuerzas del
orden, en concreto con mi querida Guardia Civil. También lo ha sido contra los
que durante estos 40 años han permitido con su tibieza, cobardía y traición,
que el mal avance; lógicamente, me refiero al PP.
En estos momentos de zozobra y oscuridad recurro a dos libros, ya
manoseados en mi mesilla de noche: Paz Interior y Combate espiritual. En ambos
dos procuro leer y releer lo que ya está subrayado y vuelto a subrayar, sobre
la necesidad de confiar en la Voluntad de Dios.
Dios ha permitido esta iniquidad porque, sin duda, de este profundo
dolor y pasión algo bueno nos espera. Seguro que muy bueno. La humillación de
la familia Franco, y con ella la que hemos sentido muchos españoles, siendo
tratados como delincuentes, y la actitud de las Fuerzas del Orden, en concreto
de la Guardia Civil, cumpliendo unas órdenes verbales, que a todas luces son
inicuas e ilegales, porque atentan contra principios de derecho público
internacional (inviolabilidad de un templo amparado en un tratado entre dos
Estados Soberanos), y a derechos constitucionales, como son la libertad de
culto, no tengo dudas tendrán su justo pago.
Durante todos estos días he dedicado muchas horas a la oración para
poder seguir el ejemplo de los mártires españoles y no dejarme vencer por la
tentación del odio y la ira, me ha costado, reconozco que he fallado, pero lo
he intentado y lo intento.
El “Honor es mi Divisa”, dice el credo de la Guardia Civil, y también
dice que “Cuando el honor se pierde nunca se recupera” (punto nº 1 de su
“Cartilla”), eso le recordaba a uno de los guardias civiles que nos impedían el
paso al culto que se celebraba en el Valle.
Si difícil es rezar en estas circunstancias, más difícil es pedir por
tus enemigos, pero esta fue la enseñanza que recibimos de Cristo, de nuestros
mártires, o de aquellos soldados de tropa, jóvenes de acción católica, requetés
o falangistas, que instruidos en la Fe, defendían nuestra Patria al grito, como
el del Ángel del Alcázar, de “disparar, pero no lo hagáis con odio”. Qué
distinto a como lo hacía la anti España, qué odio… qué torturas, qué crueldad
en la represión, como lo ha sido estos días la de Guardia Civil en el Valle.
El “Honor es mi Divisa”, dice el credo de la Guardia Civil, y también
dice que “Cuando el honor se pierde nunca se recupera” (punto nº 1 de su
“Cartilla”), eso le recordaba a uno de los guardias civiles que nos impedían el
paso al culto que se celebraba en el Valle, y me lo reconocía con dolor
extremo, mientras a otros de sus compañeros, se les veía regodeándose de la
situación, sin que ninguno de los jóvenes mandos allí presentes tuvieran a bien
reprender esa actitud. Algún joven teniente y capitán de academia, deberán
recordar para toda su vida que fueron parte de una iniquidad a la cual no se le
debe prestar ayuda y colaboración, aunque en ello vaya la vida, y mucho menos,
como algunos aseguraban que lo hacían
por “el pan de nuestros hijos”, ese pan que muchos cada día ponemos en
riesgo por ser consecuentes y leales a nuestros principios, no solo políticos,
también morales y los más importantes, los espirituales. Es muy posible que
algunos de esos Guardias Civiles que disfrutaban y pellizcaban a las mujeres
para disuadirlas de acceder al Valle, busquen su propia venganza y revancha,
bueno pues aquí estamos, serán uno más en la lista de los que así lo esperan.
Pero no todo fue malo, triste y sórdido, también tuve la oportunidad
de compartir con el Padre Cantera unas horas de conversación y de oración, en
ese maravilloso espacio de tiempo pude aprender sobre cómo un hombre de Dios se
ha de manifestar y reaccionar en estos momentos. Qué sana envidia la mía al ver
cómo la fuerza del Espíritu Santo le invadía; estaba lucido en sus reflexiones,
cansado en lo físico, pero fuerte en lo espiritual. Nunca había tenido la
sensación de estar tan cerca de un Bienaventurado en el camino de la gracia al
martirio. Solo, sin el apoyo de sus hermanos en la fe, sin un solo apoyo
público de quien más obligados que él, lo deberían haber dado. ¿Se imaginan si
en lugar de estar solo este pobre Fraile en Cuelgamuros, le hubieran acompañado
diez obispos? Bueno diez, hubiera bastado uno solo para que el Gobierno ya no
se enfrentara a un pobre fraile, sino que de esta forma este conflicto ya
hubiera pasado a ser un problema institucional Iglesia/Estado. Sin duda no se
hubieran atrevido a hacer lo que han hecho y menos a actuar con esa actitud
estalinista que han mostrado. Además hubiera obligado a un pronunciamiento
expreso de la Jerarquía española y de Roma y, con ello, ponerles en el
compromiso de dejar escrito para la historia cómo trataron los restos sagrados
de uno de los pocos católicos que tiene el mayor reconocimiento de la Iglesia
Católica, cual es, ser miembro de la Orden Suprema de Cristo.
Otro aspecto positivo de esta situación es la tranquilidad de saber lo
que los americanos (tierra en la que me encuentro cuando escribo estas líneas),
llaman el ¿Who is Who?, quién es quién, que se encuentra muy bien expuesta en
la famosa parábola de la separación del trigo y la cizaña o en la carta de San
Pablo a los Gálatas: “si alguien viene anunciando un evangelio distinto al que
habéis recibido, sea yo mismo o un ángel del cielo, sea (maldito, sea
anatema)”.
A mayor sorpresa el Secretario
Portavoz de la Conferencia Episcopal Española, Monseñor Argüello, “justificó”
la exhumación (que no es otra cosa que una profanación, ya que no contaba con
la autorización de la familia, ni de la autoridad eclesiástica que custodiaba
los restos mortales), en algo tan moralmente “aceptable” como es el acuerdo y
refrendo de los tres poderes, ejecutivo, legislativo y judicial.
Lo más positivo cuando te enfrentas a una batalla, en este caso el de
la nueva persecución de los católicos, no solo por los socialistas/marxistas,
sino también por los liberales, es conocer tus recursos y no caer en la
continua frustración del abandono y la traición de tus pastores, aspectos estos
que debilitan enormemente la moral y constituyen un arma muy utilizada por el
maligno. Ya sabemos lo que podemos esperar de la Jerarquía católica española,
ya sabemos que no es aquella Jerarquía española de la Cruzada (término acuñado
por el Vaticano), que por defender a una sola de sus ovejas fue al martirio.
Hoy ya sabemos que nuestra jerarquía está muy lejos de aquel otro pastor al que
se refiere el evangelio, que cuando la oveja cayó por el acantilado, aunque
solo fuera una, fue a buscarla para que
no fuera devorada por los lobos. No obstante, gracias a Dios, sí existen otros
pastores que al margen de la jerarquía están dispuestos a dar la batalla
espiritual y son capaces de seguir dando testimonio y con ello poner en
evidencia la tibieza, desagradecimiento y cobardía, no por orgullo, soberbia o
altanería, si no por coherencia, testimonio y amor a Cristo. A estos pastores
será a los que siga.
A mayor sorpresa, el Secretario Portavoz de la Conferencia Episcopal
Española, Monseñor Argüello, “justificó” la exhumación (que no es otra cosa que
una profanación, ya que no contaba con la autorización de la familia, ni de la
autoridad eclesiástica que custodiaba los restos mortales), en algo tan
moralmente “aceptable” como es el acuerdo y refrendo de los tres poderes,
ejecutivo, legislativo y judicial.
¡Por Dios, D. Luís Arguello: el ejecutivo, legislativo y judicial, han
aprobado y legitimado dando carta de naturaleza, al aborto, las uniones
homosexuales, el divorcio, la adopción de menores por parejas homosexuales, las
leyes de género…… y nada de ello, aun a pesar de tener el reconocimiento de
esos tres poderes, es justo ni acorde a la moral católica. Muy por el contrario
son leyes inicuas. Que nos intente convencer de que la Jerarquía y por ende los católicos españoles han de
aceptar esta iniquidad por haberse refrendado injustamente por esos poderes,
evidentemente le califica y cualifica.
Los católicos estamos obligados a seguir solo al buen pastor,
esto es, al que sigue el catecismo, al
que nos ha de llevar a las fuentes de agua viva y apartarnos de aquellos que se
apacientan a sí mismos, que nos llevan a sus opiniones y no enseñan la verdadera
doctrina o el dogma. La libertad que se le ha concedido al pastor no puede ser
entendida, como lo está siendo, como oposición al Magisterio de la Iglesia. No
todos los sacerdotes, obispos y cardenales nos llevan a Cristo, no todos nos
trasladan la Paz interior, signo del hacer de Dios en nosotros.
No me van a quitar la Fe, que el maligno se olvide, muy por el
contrario me han reafirmado en ella.
Todo lo expuesto parece algo triste y desolador, pues así lo sentí,
pero ahora lo agradezco. Ya sé quién es quién, y como me contaba mi amigo
Javier Paredes del empresario Huarte, “lo primero y principal conocer al
personal”. Ya los he conocido, a los que he de seguir y a los que no, y doy
gracias a Dios por habérnoslo mostrado en esa forma, ya ni tengo rabia ni
desazón, ahora me siento confortable, con Paz interior y rezando por ellos.
Dios nos da la Gracia de ir al combate espiritual que nos espera con
el gran sufrimiento de nuestro sentimiento frustrado hacia esos obispos y
cardenales españoles. Esta ha ser una parte de nuestra Cruz, bienvenida sea. No
me van a quitar la Fe, que el maligno se olvide. Muy por el contrario, me han
reafirmado en ella. Dios, pese a todo ello, está cada vez más presente en mi
vida. La Iglesia no se ve deteriorada por el que hacer de su Jerarquía, como no
se vio deteriorada con la actuación de Judas o las tres traiciones de Pedro. La
Iglesia es la prolongación de Cristo, es Su Cuerpo Místico, por ello es
perfecta y no traiciona, pese a estar llena de pecadores, entre los que sin
duda me encuentro. Desde el ejemplo del mal,
se nos hace ver el bien. Hoy veo y siento con cercanía muchas de
aquellas frases, incluso papales -recuerdo a San Pablo VI, San Juan Pablo II o
a Benedicto XVI- cuando nos hablaban sobre el deterioro de la curia, una crisis
de la Iglesia sin precedentes, el humo se Satanás, la paganización, o sobre que
“la Iglesia debería ser un espacio de luz, se ha convertido en un antro de
tinieblas” (Cardenal Sarah), hoy más ciertas y vivas que nunca. Pues bien,
insisto, yo lo veo en positivo, Dios nos da la Gracia de ofrecernos este
martirio espiritual para mayor gloria suya.
Ya sé que, para la jerarquía, esto de Franco no afecta a las
subvenciones, ni a los acuerdos económicos, ni a la “x” de la renta, pero para
algunos, como es mi caso, el orden de prelación en materia de nuestra Fe está
claro que no es el mismo. No es un problema de Franco, como ellos quieren
justificarlo, es un problema de caridad, misericordia, y defensa de lo santo y
sagrado, papel que tenían encomendado, y digo tenían, porque lo han perdido con
este precedente.
Otro aspecto positivo es la actitud unánime de la familia Franco, una
actitud digna, exigiendo y dando la batalla por el respeto a su abuelo y
bisabuelo. Sufrieron la vejación, humillación e incluso los quisieron retener
ilegalmente en Mingorrubio, lo que desencadenó una reacción familiar propia de
los herederos de Francisco Franco. Esta familia ha tenido sus momentos de luces
y sombras, como todas, pero llegado este momento han dado el paso adelante y
han sido capaces de enfrentarse contra el sistema. Han demostrado estar
orgullosos de su apellido: eso les honra.
Por último, y pese a lo triste de los acontecimientos, me siento
tranquilo, orgulloso: empecé defendiendo la obra social y económica de Franco
(que no eran otras que las basadas en las máximas de Dios, Patria y Justicia),
en los finales de los sesenta, en el Instituto Ramiro de Maeztu. Lo seguí
haciendo en la universidad, le acompañé en su camino al Valle en el año 75, como
lo sigo haciendo hoy en Mingorrubio, y lo haré mañana donde toque. Mi lealtad y
fidelidad sigue intacta, porque sigue intacto mi compromiso con mi Credo, mi
Patria y la Justicia Social. No me avergüenzo, por el contrario, me
enorgullezco, soy franquista.
Gracias Dios mío, por darme fuerzas para seguir en la batalla de la
coherencia.
Que Dios salve a España, Viva
España